Hace diez años Halloween apenas se celebraba en Japón, pero
en cambio ahora es una de las fiestas más populares del año y son muchos los
que se reúnen para celebrarlo en grupo cocinando todo topo de recetas
terroríficas, se vuelcan a hacer calabazas de Halloween (muy al estilo japonés,
eso sí) o se disfrazan para la ocasión con todo lujo de detalles, usando
pestañas imposibles o manicuras de miedo y el famoso truco o trato. A
diferencia de occidente, la mayoría de actividades parecen mas pensadas para
adultos que para niños.
La fiesta de Halloween más conocida de todo Japón es la que
se celebra en Shibuya. Todos los años, miles de japoneses acuden a Shibuya
disfrazados para pasar un buen rato y hacerse fotos, muchas fotos. Es la Shibu
Fes Halloween que para muchos es la fiesta de Halloween, aunque luego muchos
locales y discotecas de la zona tengan sus fiestas específicas.
La fiesta de Shibuya no está organizada formalmente, sino
que comenzó con gente reuniéndose allí y año tras año ha ido llamando la
atención de más y más gente hasta acabar convirtiéndose en una macrofiesta al
aire libre.
Como detalle extra Japón cuenta con su propia fiesta de día
de los muerto y esta conocida como Obon o simplemente Bon, es uno de los
festivales más importantes de Japón. En la mayor parte del país tiene lugar
anualmente durante tres días del mes de agosto, alrededor de mediados de mes,
dependiendo del calendario lunar. En algunos lugares del archipiélago nipón,
como por ejemplo Okinawa, tiene lugar a mediados de julio, según el calendario
solar. La fiesta es en homenaje a los espíritus de los antepasados y las
familias aprovechan para reunirse y visitar las tumbas de los difuntos.
La fiesta comienza con el tradicional baile de Bon-odori
(baile del Obon) que da la bienvenida a los espíritus de los difuntos y en el
que, vestidos con un yukata tradicional (kimono de verano), se baila al son de
la música y el repicar de los tambores.
A pesar de ser una fiesta en honor a los difuntos y en la
que se cree que los espíritus de los antepasados vuelven para visitar a los
vivos, la celebración no tiene nada de triste, muy al contrario, es una ocasión
para reuniones familiares donde abundan los bailes, la música, la comida y la
bebida. En sintonía con la visión circular del tiempo de la filosofía budista,
la muerte está integrada en el curso de la vida como una etapa más y, en vez de
vivirla como el fin de todo, se cree que nuestra alma se reencarnará en la
próxima vida.